Nuestro primer documento de política como el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) publicado hoy evidencia cómo, al pasar a un mercado de manuales escolares más centralizado, se podría reducir en 3 dólares estadounidenses el precio de cada libro. El agrupamiento de la demanda de libros de texto podría ayudar a predecir las necesidades de financiamiento del sector en el largo plazo y atraería contribuciones adicionales del sector privado. El documento estima que diversos mecanismos como el financiamiento a través de donantes compatibles, podrían aumentar la cantidad de fondos provenientes de los donantes y del sector privado en 0.5 billones de dólares estadounidenses. Esto permitiría, además, triplicar el número de manuales escolares disponibles para los niños de todo el mundo.
Un estudio llevado a cabo en escuelas primarias de 11 países en desarrollo, incluyendo Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, puso de manifiesto que, en promedio, uno de cada cinco alumnos de cuarto grado no disponen de manuales escolares o deben compartirlos con otros alumnos. En Paraguay, esta cifra se eleva a un tercio de los estudiantes. En otros países, incluyendo a Kenya, Namibia y Malawi, el incremento en las tasas de matriculación de los alumnos ha generado que la disponibilidad de libros de texto sea aún menor.
Este es un asunto crucial para nosotros a medida que nos embarcamos en la nueva Agenda de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, donde una de las mayores prioridades es la promoción de una educación de calidad para un mejor aprendizaje. Nuestra investigación demuestra que la carencia de libros de texto está retrasando el aprendizaje. En 22 países de África Subsahariana se encontró que al garantizar que cada alumno en el aula tenga acceso a un libro de texto los índices de alfabetización podrían incrementarse entre un 5% y un 20%.
Cada día hay más evidencia que confirma el rol fundamental que cumplen los manuales escolares en la obtención de mejores resultados por parte de los alumnos. Como resultado, las políticas educativas en algunos países se han visto influenciadas. En Guatemala y en Nicaragua, por ejemplo, se han introducido programas que ofrecen libros de texto gratuitos para los niños más desfavorecidos.
A pesar de esto, los datos recopilados por el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU) demuestran que los gobiernos no están invirtiendo lo suficiente en manuales escolares. En 2012, en 36 países con datos disponibles menos del 2% del presupuesto de la educación primaria estaba destinado a la inversión en libros de texto y otro material docente y didáctico. Entre estos, 16 países invertían menos del 1% en manuales escolares, incluyendo a Honduras y Venezuela. Sólo Colombia, Kuwait y Malawi invertían un presupuesto superior o cercano al 5%.
Lo que esto significa es que los padres deben cubrir el costo de los libros de texto de sus hijos, lo cual añade nuevas barreras para el aprendizaje de los más pobres. En 12 países de África, un tercio de la inversión total educación por hogares está destinada a la adquisición de materiales de aprendizaje, alcanzando hasta la mitad de la inversión total en educación entre los hogares más pobres.
Se trata de una situación que requiere de mejoras inmediatas, lo cual ha motivado a nuestro equipo a investigar los beneficios que traería que los países agrupen la demanda y centralicen las compras de libros de texto, de manera que se garantice una financiación predecible y a largo plazo. Al comprender mejor las necesidades de libros de texto en el futuro e igualar la financiación proveniente de los donantes privados se podría aumentar considerablemente las contribuciones del sector privado. Es por este motivo, que hemos decidido publicar este documento de política hoy, a tiempo para el Foro Económico Mundial, donde esperamos hacer eco en las compañías reunidas en Davos.
Estimamos que la implantación de sistemas de financiación centralizados podría reducir en tres dólares estadounidenses el costo de cada manual escolar, lo que supondría un ahorro de casi 1.000 millones de dólares anuales en el costo de los materiales educativos solamente en el África Subsahariana. Kenya por ejemplo, podría reducir en 64 millones de dólares sus gastos en libros de texto y Malawi en 33 millones.
Si se utilizara un modelo de financiación similar al que utiliza GAVI: la Alianza para las Vacunas en los libros de texto, y se igualara la financiación proveniente de donantes privados, calculamos que la ayuda externa para libros de texto en África Subsahariana podría aumentar de 549 a 785 millones de dólares. Esto, junto con el potencial de ahorro que traería un modelo de adquisición centralizado, podría llegar a triplicar el número de libros de texto disponibles en esta región.
Además de buenos docentes y tiempo de instrucción suficiente, contar con libros de texto bien diseñados y en cantidades suficientes han demostrado ser altamente efectivos a la hora de mejorar el aprendizaje de los alumnos. Esto ha sido reconocido por algunos países (cabe destacar los casos de Swazilandia, Guatemala y Nicaragua), pero aún son muchos otros los que deben seguir este ejemplo. El Informe GEM recibió el mandato de supervisar el progreso en la consecusión de las metas educativas en el marco de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible y continuará recopilando evidencia sobre materiales de educativos. Estamos convencidos de que este es uno de los mayores indicadores que demuestran los esfuerzos de un país para proveer una educación de calidad para todos.
A continuación, les presentamos nuestras recomendaciones principales para garantizar que los libros de texto puedan pasar de manera rápida y con un costo reducido, de las casas de impresión a las manos de los niños.
- Llevar a cabo una previsión eficaz de la demanda. A nivel nacional, esto debería ser coordinado por la Alianza Mundial para la Educación y el grupo local de educación.
- Aumentar los fondos destinados a los libros de texto. Al menos entre el 3% y el 5% del presupuesto de enseñanza primaria y el 4% y el 6% del de enseñanza secundaria deberían ser invertidos en libros de texto.
- Destinar un porcentaje mayor de recursos a libros de texto a través de un fondo central único. Los donantes deberían procurar al menos duplicar el porcentaje actual de la ayuda en educación que proporcionan para los libros de texto.
- Incentivar un aumento de la financiación nacional para libros de texto. Un Fondo mundial para libros debería garantizar que los compromisos adquiridos por los gobiernos nacionales se equiparasen a los recursos externos que se destinan a los libros de texto.
- Igualar la financiación proveniente de donantes privados. Los donantes deberían comprometerse a igualar las cantidades que los donantes privados se comprometieron a distribuir.
- Agrupar la demanda de manuales escolares. Deberían proporcionarse ofertas relativas a garantías de precio y de cantidades mediante de compromisos anticipados de mercado, y dichas ofertas deberían estar respaldadas por una financiación sostenible proveniente de diversos actores públicos y privados.
- Informar sobre el gasto en libros de texto de manera transparente. La información de calidad permitirá orientar mejor el gasto. Es necesario saber cuánto se gastan los gobiernos y los donantes en libros de texto y materiales docentes y didácticos.
