¿Es la sobreeducación una amenaza para los países de América Latina?

Raul RamosRaúl Ramos es Profesor Titular en Economía Aplicada e Investigador en el Grup d’Anàlisi Quantitativa Regional, Universidad de Barcelona, España.

Afortunadamente, las diferencias entre países en lo que se refiere a los niveles de educación de la población continúa reduciéndose de manera muy marcada. A partir de la base de datos de Barro-Lee se puede comprobar que, en los últimos 30 años, mientras el número medio de años de escolaridad de la población adulta en muchos países desarrollados ha crecido moderadamente (por ejemplo, en Estados Unidos se ha pasado de 12,4 años en 1980 a 13,5 en 2010), en muchos otros países el crecimiento ha sido espectacular. Algunos ejemplos: en Brasil se ha pasado de 3 años de escolaridad a 8 años entre 1980 y 2010; en Colombia de 4 a 9; en México de 4 a 8.

Buena parte de este aumento se debe a un mayor acceso por parte de la población a los niveles educativos básicos, pero cada vez más el porcentaje de población que accede y finaliza estudios universitarios es superior. De hecho, el porcentaje de población adulta con estudios universitarios que se observa en varios países latinoamericanos (Colombia, Costa Rica, México, Panamá o Perú) ya se sitúa entre el 15% y el 30%, los valores habituales en la mayoría de países desarrollados.

1Esta situación plantea nuevos retos en el proceso de transición de los graduados universitarios desde la educación al mercado de trabajo. ¿Será posible generar suficientes puestos de trabajo cualificados para absorber esta mayor oferta de graduados? O, por el contrario, ¿se verán forzados a aceptar trabajos que no requieren esos niveles de formación? Ya desde los años 70 del siglo pasado, Richard Freeman[1] alertó de los peligros del desajuste educativo y de las consecuencias negativas para los trabajadores sobreeducados en el mercado de trabajo estadounidense que han sido confirmados por investigaciones posteriores: un menor salario y una menor satisfacción laboral que sus compañeros de promoción que desempeñan trabajos adecuados a su formación.

En los últimos años han empezado a aparecer estudios que ilustran cómo este problema también afecta a los mercados de trabajo latinoamericanos. Leuven y Oosterbeck[2] calculan que el porcentaje de trabajadores sobreeducados en América Latina ya se acerca al 25% y que la penalización salarial que sufren es importante: mientras que el rendimiento salarial por año de educación para un individuo adecuadamente educado para el puesto de trabajo que desempeña es del 7,5%, para los trabajadores sobreeducados el rendimiento de los años “sobrantes” es solo del 4,1%.

Ante esta situación, la respuesta política debe perseguir, por un lado, mejorar la calidad universitaria (ya que esta podría ser una posible explicación de porqué las empresas no remuneran adecuadamente a sus trabajadores universitarios) y, por otro, facilitar una información más transparente a los potenciales estudiantes sobre qué estudios pueden tener una mayor demanda en el futuro y en qué sectores y regiones se esperan mayores oportunidades laborales. Por último, reducir la informalidad también es un tema clave ya que la penalización experimentada por los sobreeducados aún podría ser superior en este segmento laboral.

El Dr. Raúl Ramos ha escrito varios artículos de interés en relación con el tema de la sobreeducación y los salarios.

[1] Freeman, R.B. (1976), The Overeducated  American. London: Academic Press

[2] Leuven, E. y Oosterbeek, H. (2011), “Overeducation and mismatch in the labor market” en Hanushek, E., Machin, S., Woessmann, L. (eds) Handbook of the Economics of Education Volume 4, Amsterdam: North Holland.

Share:

Leave a comment