La educación encabeza el trabajo para la igualdad de género

 En el segundo de los tres blogs que marcan el lanzamiento del Análisis de Género del nuevo Informe GEM 2016, nos centramos en la relación entre la educación, el liderazgo, la igualdad de género y la participación en las esferas públicas y privadas.

egaliteHasta que las mujeres y los hombres tengan las mismas oportunidades para participar en la vida pública y privada, como miembros de la comunidad, ciudadanos, decisores y líderes, no viviremos en un mundo sostenible y justo para todos.

Tenemos un largo camino por recorrer: las antiguas desigualdades de género en la participación pública y privada son endémicas; las mujeres sufren una discriminación profundamente arraigada mientras que los hombres dominan los puestos de líderes y decisores en el mundo entero. Es mucho menos probable que las mujeres ejerzan funciones ejecutivas, que tengan asientos en los consejos de administración, o que tomen decisiones en las principales instituciones religiosas, organizaciones sociales u hogares. A nivel mundial, mucho menos de una cuarta parte de los jefes de Estado, jefes de gobierno y ministros son mujeres. Al observar los diferentes gabinetes de gobierno, se hace evidente que también es mucho más probable que las mujeres se encarguen de políticas sociales, como la educación, el género y la cultura, en lugar de las políticas económicas o de defensa.

Viajar este camino vale la pena: la igualdad de género es fundamental para lograr el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente. Por ejemplo, la investigación sugiere que las mujeres expresan más preocupación por el medio ambiente que los hombres, y los países con un mayor número de mujeres en el parlamento son más propensos a ratificar los tratados ambientales. Las mujeres constituyen casi dos tercios de los 758 millones de adultos que no saben leer o escribir una frase – un gran grupo de personas que no estamos empoderando para ayudarnos a luchar contra los cambios ambientales. La educación puede dotar a las personas con habilidades y conocimientos para entender los problemas ambientales y ayudar a resolverlos. Es más probable que una representación equitativa en la dirigencia y en la toma de decisiones comunitaria desarrolle la resiliencia, mejore la gestión de los riesgos y haga avanzar la preservación del medio ambiente.

La educación básica también puede ayudar a las mujeres a ejercer sus derechos sociales y legales, y permitir que participen en la política. Cuando la educación proporciona a las mujeres aptitudes de lectura y escritura y de aritmética, les ayuda a adquirir conocimientos críticos para la vida cotidiana, tales como la comprensión de plataformas políticas y electorales, que muchos de nosotros damos por sentado.

Lo que sucede en las aulas es crucial para colmar las brechas de género en las posiciones de liderazgo. Una educación de calidad puede ofrecer a los y las jóvenes oportunidades para aprender y practicar roles de liderazgo a través de clubes y comités escolares. Los modelos femeninos pueden atraer a las niñas a la escuela y mejorar sus resultados de aprendizaje. Sin embargo, las maestras constituyen el 94% de la docencia al nivel pre-primaria, el 64% al nivel primaria y sólo el 50% al nivel de secundaria superior. Es más probable que los hombres asciendan a posiciones de liderazgo en las escuelas, aun cuando la mayoría de los docentes son mujeres. Se requiere una transformación del sector de educación –que incluya la estructura y la composición de la administración escolar, de la gobernanza y de los ministerios de educación– para crear un entorno de género equitativo.

Porcentaje de mujeres en el personal de administración escolar, por nivel educativo, en países seleccionados, 2014

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Fuente: Base de datos del UIS.

La perpetuación de los estereotipos de género contribuye al entendimiento que tienen los niños sobre el género y a sus ideas de lo que son las mujeres y las capacidades de los hombres. El hecho de que la mayoría de los maestros a los niveles pre-primaria y primaria sean mujeres a menudo perpetúa el estereotipo de que el cuidado de los niños es el trabajo de las mujeres. Las escuelas pre-escolares francesas se llaman ‘Maternelles’, por ejemplo, lo que deja poco a la imaginación. Igualmente, tener más directores o administradores que son hombres indica que los hombres son más propensos a convertirse en gerentes que las mujeres. Esto influye en las aspiraciones y expectativas de los niños y las niñas.

La educación superior es importante, pero no garantiza la igualdad en la esfera pública. Una educación avanzada y una formación profesional por lo general se requieren para que las mujeres sean consideradas líderes y decisoras creíbles, influyentes y de alto nivel. Sin embargo, algunos países con niveles históricamente altos de educación de las niñas y de las mujeres, como el Reino Unido y los Estados Unidos, tienen un menor número de mujeres en los cargos políticos de alto nivel que países con un menor número de niñas escolarizadas. En vista de que hace poco fue investida tan sólo la segunda Primera Ministra del Reino Unido, y de que en los Estados Unidos Hillary Clinton está participando en una elección muy reñida, tal vez la situación en estos países esté cambiando.

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Sin embargo, el hecho de que mujeres ejerzan funciones de liderazgo y de toma de decisiones no se traduce automáticamente en una verdadera autoridad, influencia o cambio sistémico. Tanto los hombres como las mujeres líderes deben desafiar los prejuicios y las estructuras de poder desiguales. Los hombres que son partidarios activos de la igualdad de género son importantes modelos de conducta, sobre todo para los niños y otros hombres.

Garantizar un liderazgo representativo, así como la toma de decisiones y la participación equitativa en todas las esferas de la vida es vital para el desarrollo sostenible. Todas las niñas, niños, mujeres y hombres deben convertirse en agentes del cambio para asegurar que un mundo más justo y más sostenible se logre para las generaciones venideras.

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