La proporción de la ayuda destinada a la educación ha disminuido por sexto año consecutivo

Graphic SpanishUn nuevo documento de política del Informe GEM, La ayuda para la educación se está estancando y no va a los países más necesitados, indica que la ayuda destinada a la educación ha disminuido por sexto año consecutivo. Los donantes se están alejando de la educación cuando más los necesitamos. Las contribuciones totales al sector ahora son un 4% inferiores a las de 2010, mientras que la ayuda al desarrollo total aumentó un 24%. El sector del transporte, por ejemplo, que hace poco tan solo recibía dos tercios de lo que recibía educación, ahora recibe lo mismo o más.

Frente a las metas educativas sumamente ambiciosas del objetivo mundial de educación conocido como el ODS 4, y conscientes de que previamente calculamos que era necesario multiplicar por al menos seis la ayuda si queremos alcanzarlas, el estancamiento de la ayuda para el sector actualmente está poniendo en riesgo nuestros compromisos.

Muchos países, y en particular los más pobres, dependen de la ayuda, y en ciertos casos es posible que inclusive hayan esperado un aumento de la ayuda en vista de la renovada energía detrás de la agenda de los ODS y el énfasis en la educación como motor de la sostenibilidad y el desarrollo. Desgraciadamente, hasta ahora, no ha ocurrido el cambio de prioridades, ni una transición hacia un gasto más efectivo en caso de no encontrar nuevas fuentes de financiamiento. La proporción de la ayuda asignada a la educación básica en los países de bajos ingresos disminuyó considerablemente en 2015, según las cifras más recientes. Estos países –muy dependientes de la ayuda– ahora reciben el 23% de la ayuda para la educación básica, en comparación con el 29% en 2014.

Además, si bien la ayuda general para la educación básica –la educación primaria, las habilidades básicas para la vida para jóvenes y adultos, y la educación de la primera infancia– aumentó un 8% en un año, es un 6% inferior a su nivel en 2010. Dos de los mayores donantes a la educación básica –los EE.UU. y el Reino Unido– disminuyeron sus asignaciones en un 11% y 9%, respectivamente, en el último año.

La necesidad debe ser el motor de la ayuda, y nada más, y sin embargo la proporción de la ayuda para la educación básica que recibió en 2015 África Subsahariana, que actualmente alberga a más de la mitad de los niños que no asisten a la escuela en el mundo, fue casi la mitad de aquella que recibió en 2002. Esto representa un 26% de la ayuda para la educación básica en su totalidad, apenas superior al 22% asignado a África Septentrional y Asia Occidental, donde hay un 9% de los niños que no asisten a la escuela.

El nuevo documento de política proporciona cálculos a nivel de país para demostrar que los donantes no están asignando recursos de manera efectiva. Por ejemplo, Burkina Faso, con una tasa de no-asistencia en el nivel primario de 49%, solo recibió $17 millones, mientras que Zimbabwe, donde la tasa de no-asistencia en el nivel primario es de tan solo el 2%, recibió $ 31 millones.

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Por el contrario, la Alianza Mundial para la Educación (GPE, por sus siglas en inglés), cuyos desembolsos ahora representan el 12% de la ayuda para la educación básica y secundaria en sus países asociados, destinó el 77% de sus desembolsos a África Subsahariana y el 60% a los países afectados por la fragilidad y los conflictos. Como donante clave de la ayuda para la educación, estas decisiones de asignación son positivas. Todos haríamos bien en apoyar su actual campaña de reabastecimiento como mejor podamos.

Por último, pero no por ello menos importante, la educación solo recibe una pequeña cantidad –2,7%– de toda la ayuda humanitaria asignada a los estados frágiles y en conflicto. Esto es un máximo histórico, 55% más que el año pasado, pero todavía deja sin responder la mitad de las solicitudes de asistencia del sector de la educación.

Esta información sobre la ayuda internacional para la educación no es la información que queremos. Ahora bien, hay tres puntos de inflexión posibles que nos pueden ayudar a todos a revertir este distanciamiento de la educación:

  1. La campaña de Reaprovisionamiento de la GPE de este año busca recaudar $3,1 mil millones para el período 2018-2020, con el objetivo de financiar $2 mil millones anualmente para 2020, o cuatro veces más que el nivel de financiación actual
  2. Un Instrumento Internacional de Financiación para la Educación propuesto por la Comisión Internacional sobre la Financiación de las Oportunidades Educativas en el Mundo podría potenciar alrededor de $10.000 millones en financiación adicional por año para 2020 para que los bancos de desarrollo amplíen sus proyectos de educación y se dirijan a los países de ingresos medios bajos.
  3. El fondo Education Cannot Wait (la educación no puede esperar) establecido en 2016 tiene como objetivo recaudar $3,850 millones de aquí a 2020, lo que transformaría la provisión de la educación en las emergencias.
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