En el Día de la Higiene de las Manos, abordamos el saneamiento escolar en África Subsahariana

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La higiene de las manos es la única arma segura que tenemos contra el coronavirus. En los países de altos ingresos, están surgiendo múltiples informes de maestros preocupados porque las escuelas van a reabrir sin una gestión adecuada de la higiene. Sin embargo, en los países de África Subsahariana, si la gestión de la higiene es el criterio para que las escuelas vuelvan a abrir, puede que pase mucho tiempo hasta que los niños regresen a la escuela: solo el 53% de las escuelas tienen instalaciones básicas de saneamiento y agua.

Las nuevas directrices elaboradas por la UNESCO, el UNICEF, el Banco Mundial y el Programa Mundial de Alimentos en un Marco para Abrir las Escuelas dicen que es indispensable “Asegurar condiciones que reduzcan la transmisión de enfermedades, salvaguarden los servicios y suministros esenciales y promuevan un comportamiento saludable. Esto incluye el acceso a jabón y agua limpia para el lavado seguro de las manos, procedimientos para cuando el personal o los estudiantes se sientan mal, protocolos de distanciamiento social y buenas prácticas de higiene”. ¿Qué tan factible es esto?

En la región ya se están realizando muchos esfuerzos para cumplir estos y otros consejos similares sobre la gestión eficaz de la higiene emitidos por la OMS, incluyendo, por ejemplo, los planes para desinfectar, a nivel nacional, todas las escuelas en Nigeria antes de que vuelvan a abrir sus puertas. Igualmente, se informa que se están distribuyendo máscaras y botiquines de higiene a todas las escuelas de Senegal antes de que vuelvan a abrir sus puertas en junio.

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Foto: Kate Holt

En Sudáfrica, entretanto, la Ministra de Educación Básica, Angie Motshekga, anunció que la reapertura de las escuelas a partir del 1º de junio dependía de que pudieran aplicar medidas de salud y seguridad frente al Covid-19. Sin embargo NATU, el sindicato de maestros, cree que es muy improbable que logren llevar a cabo esta tarea. Actualmente, solo el 78% de las escuelas del país tienen instalaciones básicas de agua.

De manera similar a cómo la llegada de Covid ha resaltado el trabajo que queda por hacer en la educación en lo que respecta al acceso a la tecnología, no debe subestimarse la tarea que hay que realizar para que todos los entornos de aprendizaje se ajusten a las normas del Covid. Por ejemplo, la política de salud escolar de Uganda ha sido un proyecto de ley durante los últimos 18 años. Hay seis países de África Subsahariana en los que menos de una de cada cinco escuelas tiene instalaciones para lavarse las manos.

Las escuelas suelen estar mucho más sobrepobladas en entornos de bajos ingresos, lo que hace difícil reproducir las reglas sobre el tamaño reducido de las clases para la reapertura de las escuelas. Por ejemplo, en África Subsahariana muchas escuelas tienen casi 40 niños en una clase. Si tienen que mantener el distanciamiento social y solo permiten 15 niños por clase, cada niño solo iría a la escuela dos días a la semana, máximo.

Complica aún más la tarea el hecho de que, en algunos países, como en Uganda, algunas escuelas se han utilizado como centros de cuarentena, lo que no ayuda a fortalecer la idea de que serán debidamente higiénicas cuando se abran.

Y no debemos olvidar que esta es una región con uno de los niveles más elevados de personas desplazadas debido a conflictos y disturbios, muchas de las cuales viven en campamentos, donde las normas sobre saneamiento y distanciamiento social se complican doblemente, incluyendo en las escuelas de los campamentos.

En todo el mundo, los niños no suelen tener la misma conciencia de los peligros que los adultos, lo que significa que volver a la escuela abre la puerta a un mayor riesgo de transmisión que durante el encierro. Incluso fuera de las normas escolares oficiales y de las instalaciones proporcionadas, algunos factores de higiene están fuera del control de nadie: los niños solo rara vez lavan sus uniformes, pueden compartir refrescos, así como sus utensilios de comida, como tazas o tazones.

Si bien es evidente que debemos tener en cuenta hasta qué punto las desventajas se agravan durante esta crisis del cierre de escuelas, proporcionar un entorno de aprendizaje seguro es igualmente fundamental para que puedan aprender cuando las clases empiecen de nuevo. No es una coincidencia que un objetivo entero del ODS 4 se dedique a este tema. Esta es una ocasión oportuna para recordar a los responsables políticos que este es el caso, y destacar los entornos escolares a menudo lamentables en los que los niños tienen que aprender. Es fundamental que garanticemos que las escuelas sean seguras y de buena calidad cuando vuelvan a abrirse, especialmente cuando, en las circunstancias actuales, tanto su salud como su educación dependen de ello.

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