Los países de América Latina y el Caribe deben afrontar la discriminación estructural para crear oportunidades educativas para todos y todas

América Latina y el Caribe se caracteriza por una amplia y persistente disparidad por motivo de origen étnico. En la mayoría de los indicadores de bienestar, incluida la educación, las personas afrodescendientes y los pueblos indígenas tienen peores resultados que el resto de la población. Las diversas formas de discriminación directa, indirecta y sistémica, dirigidas a individuos y poblaciones en función de su etnia, origen, identidad, género, edad, estatus socioeconómico, discapacidad, entre otros, han contribuido a exacerbar las desigualdades y la exclusión, especialmente en el contexto de la pandemia de la Covid-19. Nos unimos a las celebraciones en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, que se celebra el 21 de marzo de cada año, centrando nuestra atención a la exclusión de las personas afrodescendientes y los pueblos indígenas y hacemos un llamado para combatir el racismo y garantizar oportunidades educativas para todos y para todas.

Crédito: UNICEF/ UN035945

La región concentra la mayor población afrodescendiente del mundo, con estimaciones que fluctúan entre 120 millones y 170 millones. Brasil concentra la mayor población afrodescendiente del continente, con 112 millones que equivalen al 55% de la población. A pesar de que uno de cada cuatro latinoamericanos se identifica como afrodescendiente, las personas afrodescendientes continúan enfrentándose a una situación de desigualdad estructural.

Las personas afrodescendientes también sufren la exclusión en la educación. La probabilidad de que las personas afrodescendientes concluyan la educación secundaria es 14% menor que la de sus pares no afrodescendientes en Perú, y un 24% menor en Uruguay, según datos del 2015. Una situación similar viven los pueblos indígenas en América Latina quienes a pesar de representar únicamente el 8,3% de la población en 2010, constituían el 17% de los extremadamente pobres en América Latina. Pero, además, sus tasas de asistencia escolar, logro educativo y tasas de alfabetización son inferiores a los de la población general.

El Informe GEM 2020 América Latina y el Caribe- Inclusión y educación: Todos y todas sin excepción, publicado en asociación con SUMMA y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago) nos recuerda que en 7 de los 11 países de la región de los que se disponen datos de personas afrodescendientes, la tasa de asistencia de las y los jóvenes de 12 a 17 años era menor que la de sus pares no afrodescendientes.

En el Uruguay, la probabilidad de que las personas afrodescendientes concluyan la educación secundaria es un 24% menor que la de sus pares no afrodescendientes. En Panamá, el 21% de las mujeres indígenas de 20 a 24 años había terminado la escuela secundaria, en comparación con el 73% de las mujeres no indígenas, mientras que en Paraguay y en Honduras el 32% de la población indígena es analfabeta.

Aunque la legislación de la región ha avanzado en el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes aún hay muchos desafíos por superar. Si bien varios países de la región han aprobado políticas de inclusión educativa que reconocen diferentes procesos multiculturales e interculturales, la discriminación racial continúa estando presente dentro y fuera de las aulas.

La segregación escolar, emerge como uno de los grandes retos para la inclusión en América Latina y el Caribe. La segregación por origen étnico es incluso más generalizada en la región que la derivada de la situación socioeconómica.

Los prejuicios de las y los docentes van en detrimento del aprendizaje del alumnado. Las y los profesores de matemáticas de octavo grado de São Paulo (Brasil) eran más propensos a aprobar a alumnos blancos que a sus compañeros negros de igual competencia y buen comportamiento. Este sesgo equivalía a una diferencia del 4% en la probabilidad de retención de las alumnas y los alumnos negros.

Otro desafío tiene que ver con el hecho de que la composición del cuerpo docente no refleja la diversidad del aula. La representación de los pueblos indígenas y los y las afrodescendientes en la docencia continúa siendo excepcionalmente baja en varios países de la región. En Argentina, la participación de afrodescendientes en las instituciones de educación superior es notablemente baja, a excepción del personal no docente en posiciones subalternas. En Costa Rica, un decreto de 2013 promovió la formación de docentes de comunidades indígenas mediante becas y otras medidas de apoyo para estudios y desarrollo profesional, pero aún no se ha alcanzado suficiente diversidad del cuerpo docente.

Las organizaciones comunitarias juegan un rol preponderante en la democratización de la educación, la lucha contra la inclusión y la promoción de la inclusión en la educación. Un ejemplo destacado dentro del Informe es el Ecuador, donde las personas afrodescendientes participan en la elaboración de las políticas etnoeducativas.

A pesar de estos esfuerzos la discriminación racial sigue estando presente en todas las esferas de la sociedad.  

Crédito: UNICEF/ UNI96612

Afrontar las causas de la discriminación estructural y de la desigualdad es imprescindible para crear oportunidades educativas para todos y para todas. El Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial es una oportunidad para realizar un llamado a los países de América Latina y el Caribe a reforzar el compromiso en la lucha contra el racismo y la discriminación racial. Este compromiso cobra especial importancia al cumplirse veinte años de la Declaración y el Programa de Acción de Durban donde los Estados reconocieron que las formas pasadas y contemporáneas de racismo, discriminación racial y xenofobia continúan victimizando a las personas de descendencia africana, asiáticos y a las poblaciones indígenas, reafirmaron el valor de la diversidad cultural y acordaron medidas de prevención, educación y protección destinadas a erradicar el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia en los ámbitos nacional, regional e internacional.

Eliminar las condiciones que limitan la inclusión plena de los pueblos indígenas y de las personas afrodescendientes en América Latina y el Caribe debe ser una de las prioridades a futuro, en especial una vez superada la pandemia. El Informe GEM para América Latina y el Caribe pide una mayor inclusión en la educación e insta a los países de la región a no olvidar a los más desfavorecidos e invisibilizados en el contexto de la crisis de la Covid-19. El Informe nos recuerda que la pandemia ha traído tres consecuencias para la inclusión en la educación: la falta de aprendizaje, una mayor pobreza producida por la recesión, y la interrupción de los servicios de apoyo. Todas ellas afectan más a las alumnas y los alumnos desfavorecidos.

Antes de la pandemia, los problemas de conectividad en zonas rurales afectaban de manera desproporcional a las poblaciones indígenas y a las personas afrodescendientes. En 2018, uno de cada cinco niños y niñas indígenas mexicanos de edades entre los 3 y los 17 años carecía de electricidad, televisión o acceso a Internet en su hogar. Incluso cuando cuentan con una conexión a Internet, con frecuencia no es suficientemente como para permitirles descargar datos o participar en videollamadas. Un Informe de la CEPAL sobre las personas afrodescendientes y el Covid-19, muestra que la proporción máxima de población con acceso a Internet en el hogar se alcanza en Colombia entre las personas no afrodescendientes (57%), proporción que es alrededor de 1,5 veces superior a la de sus pares afrodescendientes (37%).

Los gobiernos de la región se han esforzado por dirigir en apoyar a los alumnos y alumnas más desfavorecidos durante la pandemia. Han dado prioridad a hacer más asequible el acceso al internet y a los dispositivos informáticos, y han proporcionado apoyos al cuerpo docente, padres, madres y alumnos. Sin embargo, a pesar de que los países de América Latina y el Caribe han sido proactivos en sus intentos de lograr la continuidad del aprendizaje y han puesto énfasis en incluir al alumnado con más probabilidades de ser afectado negativamente por la pandemia, el impacto de ésta en la educación será duradero.

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