¿Cancelar los exámenes? ¿Cuál es la respuesta adecuada a la perturbación del COVID-19?

“Querido Gobierno, por favor, antes de decidir entre los exámenes presenciales y en línea, recuerda que el año que viene podremos votar ;)”, tuitearon varios estudiantes en la India la semana pasada. En los últimos días, “cancelboardexams2021”  ha sido tendencia en Twitter en el país; casi cien mil estudiantes han firmado una petición en la que se insta al gobierno a cancelar los exámenes estatales previstos para mayo, o a realizarlos en línea por los riesgos de salud que conllevan. Esto ocurre justo cuando los casos de COVID-19 están aumentando.

Desde la llegada del COVID-19, a nivel mundial, los países han adoptado múltiples y diferentes enfoques sobre sí y cómo se llevarán a cabo los exámenes. Un evento organizado por la UNESCO sobre el tema en abril de 2020 concluyó que, incluso entonces, 58 de los 84 países encuestados habían pospuesto o reprogramado los exámenes, 23 habían introducido métodos alternativos como las pruebas en línea o en casa, y 22 habían mantenido los exámenes, mientras que en 11 países los exámenes se habían cancelado por completo.

Foto: Eric E Castro

En la India, por ejemplo, cuando el COVID-19 llegó en 2020, los exámenes estatales primero se pospusieron y luego se cancelaron, y los resultados se anunciaron con base en un esquema de evaluación alternativo. En el Reino Unido, no hubo exámenes en el verano de 2020 y los que debían presentarse a los exámenes de nivel A, AS o GCSE recibieron en su lugar una calificación calculada. En Francia, mientras que los exámenes de Baccalauréat se cancelaron el mes pasado y se sustituyeron por una evaluación continua, actualmente el gobierno espera que los exámenes se realicen en persona en junio. Esto también ha provocado protestas, y los estudiantes reaccionaron ante las imágenes de multitudes siendo conducidas a las salas de examen diciendo al gobierno “no somos ganado para ser conducido a un matadero”.

La evolución de los enfoques de los exámenes está provocando frustraciones, y los estudiantes de una universidad argelina se declararon en huelga hace quince días, quejándose de que sus exámenes habían sido cambiados de virtuales a presenciales en el último momento. La semana pasada surgió otra campaña en línea en Jordania, titulada #CancelUnseenExamsInJo porque, si bien se había anunciado la anulación de los exámenes del currículo británico a principios de año, se volvieron a instaurar en marzo con poca antelación. 

A pesar de las inquietudes, muchos países o instituciones realizarán exámenes presenciales, tomando medidas de seguridad específicas que tengan en cuenta consideraciones de COVID-19. Por ejemplo, esto es lo que aseguraron a los manifestantes de esta semana el Consejo Central de Educación Secundaria (CBSE) de la India y el Consejo de Exámenes de Certificados Escolares de la India (CISCE). La mayor universidad pública de México, la Universidad Nacional Autónoma de México, llegó incluso a realizar sus exámenes de ingreso el pasado agosto para miles de aspirantes en un estadio de fútbol.

Sin embargo, que los exámenes sigan adelante no es suficiente para algunos estudiantes. Brasil realizó sus exámenes este mes de enero, pero más de la mitad de los 5,7 millones de candidatos inscritos decidieron no participar. Los exámenes también se están llevando a cabo en Mauricio esta semana, y los medios de comunicación se están movilizando en torno a un llamamiento abierto de una estudiante al Ministro de Educación pidiéndole que no la castigue por no asistir.

Para algunos, uno de los problemas del cambio a los exámenes en línea es que, les guste o no, los estudiantes hacen trampas, y les resulta más fácil hacerlo cuando están en línea. Es difícil evitar que los estudiantes tengan sus apuntes o teléfonos a mano cuando responden a las preguntas en su computadora en su habitación. El uso de Google para buscar respuestas, o incluso las funciones de chat durante los exámenes, es muy difícil de controlar. Y, si el escándalo de las admisiones universitarias en Estados Unidos nos enseña algo, es que algunos están dispuestos a llegar a extremos para evitar las reglas de los exámenes de acceso a escuelas competitivas. Aunque no debemos ser ingenuos en cuanto a los niveles de trampas que se producen durante los exámenes cuando son presenciales, no cabe duda de que trasladar los exámenes a Internet facilita las prácticas negativas.

Sin embargo, a pesar de las suposiciones sobre la relación entre los exámenes en línea y las trampas, ¿es lo suficientemente preocupante como para afirmar que nunca deberían realizarse? El hecho es que no hay muchos datos fiables sobre este tema, ya que la mayoría de las cifras proceden de las auto declaraciones de trampas, que obviamente no siempre se declaran. Sin embargo, se están haciendo algunos análisis para ver si las trampas han aumentado durante el COVID-19, como la idea de rastrear las búsquedas en Google de la terminología de los exámenes mientras se realizaban los exámenes AP en Estados Unidos.

Aparte de los indicios de trampas, sin embargo, no hay nada lo suficientemente sistemático y dramático en la evidencia actual que convierta esta situación, por sí sola, en una razón para decir no a los exámenes en línea a toda costa. Todos anhelamos volver a la vida normal, y pronto, incluidos los gobiernos y muchos estudiantes. Sin embargo, la velocidad de dicho retorno, y los riesgos para la salud que podamos engendrar, deben ser gestionados con cuidado. La educación, los estudiantes y el cuerpo docente han sufrido las consecuencias de las decisiones que no han gestionado eficazmente esos desafíos este último año. Debemos asegurarnos de que los exámenes –y, por ende, los estudiantes– no sean una víctima más de este complicado ejercicio.

Share:

1 comment

Leave a comment