Una actitud de crecimiento para los gobiernos: #InvertirEnLaDocencia

David Edwards, Secretario General, Education International

No hay nada uniforme sobre los efectos de la Covid-19 en las naciones, en nuestros sistemas educativos o en la situación de nuestros estudiantes y sus docentes al dirigirnos al tercer año de la pandemia. Por eso debemos establecer, ahora, puntos de referencia ambiciosos y transparentes para la recuperación de la educación. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de sacrificar el movimiento mundial a favor de la equidad y calidad de la educación en favor de los nuevos llamamientos a la austeridad dirigidos una vez más a las naciones más pobres del mundo.

Hace siete años, a nivel mundial, los gobiernos se reunieron y se comprometieron históricamente a transformar y mejorar colectivamente nuestro mundo. Tras años de planificación y negociaciones, nació la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Gracias a los esfuerzos de abogacía de Education International y otros, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible incluyeron un objetivo independiente sobre la educación, el ODS 4, un compromiso mundial para que los gobiernos no solo garanticen el acceso universal a la educación básica, sino que aseguren una educación de calidad inclusiva y equitativa para todos.

Para que la educación sea de calidad, las y los estudiantes necesitan entornos de aprendizaje de calidad, herramientas de calidad y, sobre todo, docentes de calidad. Sin embargo, según las últimas estimaciones, a nivel mundial faltan 69 millones de docentes. Los avances en el acceso a la educación han hecho que aumente el número de estudiantes, pero condiciones de trabajo y empleo poco atractivas han hecho que aumente la deserción y que no haya suficientes jóvenes que se incorporen a la profesión docente. En algunos contextos, el tamaño insostenible de las clases hace que docentes sin formación colmen las lagunas. Por ejemplo, en África Subsahariana, solo el 61% del personal docente de secundaria cumple las normas nacionales de formación docente. Mientras las y los estudiantes sigan recibiendo clases de docentes sin formación y poco calificados, la educación de calidad seguirá siendo difícil de proveer.

El Marco de Acción Educación 2030 (MDA) ofrece a los países orientación sobre cómo alcanzar el objetivo mundial de una educación de calidad, traduciendo las metas en estrategias concretas: 184 países y la comunidad educativa se comprometieron con los elementos esenciales del MDA a través de la Declaración de Incheon. El MDA subraya que, para alcanzar las metas a más largo plazo de los ODS, son indispensables puntos de referencia intermedios y sugiere que se establezcan a intervalos de cinco años, en 2020 y 2025.

Ahora, casi a mitad de camino de la agenda 2030, por fin se han acordado esos puntos de referencia nacionales para 2025 y 2030: el 45% de los países han presentado directamente valores basados en sus planes nacionales, el 13% indirectamente a través de sus procesos regionales de referenciación, y el 8% están en vías de presentarlos. En total, dos de cada tres países han participado en el proceso hasta ahora.

Como docentes, sabemos que las y los estudiantes obtienen mejores resultados cuando los reconocemos como individuos. Son los objetivos y la instrucción individualizados, y no estandarizados, los más apropiados y eficaces para motivar a las y los estudiantes a alcanzar su pleno potencial. Del mismo modo, los puntos de referencia son cruciales porque permiten a los gobiernos establecer objetivos relevantes y significativos para su contexto nacional específico.

Como docentes, también sabemos que nunca debemos cometer el error de permitir que ningún estudiante, ni siquiera entre las y los que tienen más dificultades, tenga bajas expectativas de sí mismo. Cualquier estudiante, con la actitud, las herramientas y el apoyo adecuados, puede alcanzar sus objetivos, independientemente de su punto de partida. Por eso es necesario que los países establezcan puntos de referencia ambiciosos para el ODS 4. Con voluntad política, incluso los países que actualmente tienen dificultades para garantizar una educación de calidad para todos pueden avanzar significativamente. Es más, un punto de referencia definido, y evidencia de haber dado pasos hacia lograrlo, probablemente generará apoyo para seguir avanzando hacia su consecución.

Sin embargo, como docentes también sabemos que no todos los estudiantes están tan motivados en la escuela como nos gustaría. Siempre hay estudiantes que pasan por períodos de desinterés. Para ellos y ellas, objetivos realistas y programados pueden ser cruciales. Se puede realizar un seguimiento del progreso y, como docentes, podemos plantear preguntas o fomentar la autorreflexión cuando no se avanza lo suficiente. Asimismo, los puntos de referencia nacionales en materia de educación permiten que la sociedad civil exija a los gobiernos que den prioridad a la educación.

La sociedad civil también debería participar en el proceso de referenciación. El Marco de Acción pide que “se establezcan puntos de referencia… mediante un proceso inclusivo, con plena transparencia y rendición de cuentas, con la participación de todos los socios para que el país se apropie de ellos y haya un entendimiento común” (p. 35). Insto a los países que aún no han establecido sus puntos de referencia a que se comprometan e impliquen a las principales partes interesadas en la educación, incluidos los sindicatos de la enseñanza.

Los siete puntos de referencia de educación que se ha pedido a los gobiernos que definan incluyen un punto de referencia sobre la calidad de la educación: el porcentaje de docentes formados según las normas nacionales. Los datos emergentes sobre las metas de los puntos de referencia ya establecidos sugieren que actualmente estamos en vías de lograr que, para 2030, en todos los niveles de educación, más del 90% de las y los docentes estén formados.

Si se alcanzan estos puntos de referencia, se producirá un impresionante aumento de 24 puntos porcentuales con respecto a 2015 de docentes de la educación de la primera infancia con formación. Sin embargo, esto oculta desigualdades regionales; más de una cuarta parte del personal docente de la educación de la primera infancia de África Subsahariana seguiría sin formación. Además, muchos países carecen de datos para realizar un seguimiento de los niveles de formación. Asombrosamente, 59 países no han publicado ningún dato sobre la formación del personal docente de primaria en los últimos 8-10 años.

No estamos en vías de alcanzar el ODS 4 a tiempo, pero mediante el establecimiento de puntos de referencia, la mejora de la recopilación de datos (y del acceso a los mismos), y un seguimiento minucioso, podemos hacer que los gobiernos rindan cuentas para realizar progresos tangibles. El establecimiento de puntos de referencia muestra el compromiso sostenido de los gobiernos con la agenda de los ODS. Pero también debe ir acompañado de reformas en materia de políticas para implementar y lograr las metas.

Afortunadamente, la clave del éxito de su implementación no es ningún secreto: necesitamos invertir en la educación, invertir en la profesión docente, e invertir en la formación de las y los docentes. Si queremos cumplir con el derecho de las y los estudiantes a tener docentes bien formados y altamente calificados, necesitamos acciones concretas de los gobiernos para aumentar la oferta de personal docente calificado. Necesitamos un mayor acceso a programas de formación docente gratuitos o subvencionados, incluyendo para las y los estudiantes de zonas de difícil acceso. Necesitamos una formación de alta calidad, con componentes tanto pedagógicos como prácticos, impartida por instituciones públicas. Y necesitamos vías para que las y los docentes sin formación se capaciten y permanezcan en la profesión. Para todo ello, necesitamos una mayor financiación para la educación.

Por supuesto, los recursos son fundamentales – son la base del futuro de nuestros estudiantes.

La Declaración de París de la UNESCO, en noviembre, abordó la cuestión de manera esencial, pidiendo, entre otras cosas, que los países “protejan y aumenten la financiación nacional para la educación… recauden más fondos para aumentar los presupuestos de educación a través de la mejora del sistema fiscal… (e) inviertan en prioridades clave en materia de políticas para la recuperación y el progreso acelerado hacia el ODS 4”.

Eso todavía no está ocurriendo. Al contrario, los datos más recientes muestran que uno de cada tres países dedica menos de lo establecido en los dos puntos de referencia de financiación del ODS 4, que consisten en asignar al menos el 4% del PIB y el 15% del gasto público total a la educación. La proporción del gasto público total dedicado a la educación en 71 países con datos ha caído del 14,1% en 2019 al 13,5% en 2021.

Esta es una lucha que vale la pena. El proceso para alcanzar nuestros objetivos está en marcha y hay que reclamar y movilizar los recursos necesarios para financiarlo. Es el momento de #InvertirEnLaDocencia.

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