Raj Bhakta Dangol / Humanity & Inclusion. Alina, sonriendo con su uniforme escolar, de pie frente a su clase.

#RompeElSesgo – Superando las barreras a la educación inclusiva: La historia de Alina

Pralhad Gairapipli, Humanity & Inclusion, Nepal y editado por Julia McGeown, Humanity & Inclusion, Reino Unido

El tema de la campaña del Día Internacional de la Mujer de 2022, #RompeElSesgo llama a la acción urgente para contrarrestar los prejuicios y la discriminación en todas las dimensiones de la vida cotidiana, pero sobre todo para combatir la exclusión de las niñas de la educación. Como muestra una nueva hoja informativa del Informe GEM de la UNESCO, los estereotipos y los prejuicios de género se construyen en la mente de las personas desde la infancia, limitando sus futuros. Los prejuicios pueden reforzarse o cuestionarse a través del currículo, los materiales y las prácticas de enseñanza y aprendizaje, así como las interacciones diarias con las y los docentes, padres y compañeros. Las mujeres y las niñas con discapacidad se encuentran entre los educandos más marginados y excluidos del mundo y están expuestas a múltiples discriminaciones, debido a su identidad como niñas y como personas con discapacidad.

“La mayoría de las mujeres de Nepal son discriminadas por razones de género, y la naturaleza patriarcal de la sociedad nepalí ha empujado a las mujeres nepalíes a quedarse atrás en varias dimensiones socioeconómicas. Las mujeres con discapacidades se enfrentan a una exclusión histórica y a múltiples privaciones en todas las esferas de la vida y también en los esfuerzos de desarrollo”, según la Asociación de Mujeres con Discapacidad de Nepal. Humanity & Inclusion y sus socios trabajan con las familias y comunidades locales para garantizar el derecho a la educación de las niñas con discapacidad en Nepal.

Cuando Alina, de 13 años y originaria de Banke (Nepal), era pequeña, su familia se dio cuenta de que tenía dificultades para oír. Finalmente, le diagnosticaron sordera profunda. A los 8 años la aceptaron en una escuela ordinaria local, pero la escuela no era inclusiva y no podía entender ninguna clase ni comunicarse con las y los docentes o sus amigas y amigos. Había barreras de comunicación porque ni Alina ni el personal conocían el lenguaje de signos nepalí y Alina no podía comunicarse utilizando el habla. Además, la escuela no disponía de material didáctico adecuado para ayudar a personas sordas.  Alina tuvo que abandonar la escuela y perdió la esperanza de recibir una educación. Al crecer como una niña sorda con barreras lingüísticas, Alina y su familia se vieron expuestos a una vida llena de aislamiento y soledad.

Según la Federación Nacional de las y los Sordos de Nepal, más de 300.000 personas son sordas o tienen una discapacidad auditiva. Hay 174 aulas dentro de las escuelas ordinarias que actúan como bases de recursos para apoyar a estudiantes con deficiencias auditivas, para unos 11.000 estudiantes actualmente.

Desde 2018, un proyecto de HI ha apoyado a Alina a través de sus movilizadores comunitarios, quienes realizan sesiones de asesoramiento con sus padres sobre la sensibilización sobre la discapacidad y la educación de Alina. A la larga, ella recibió su tarjeta de identificación de discapacidad del gobierno local. Se apoyó a la familia en el proceso de admisión y se establecieron contactos con las autoridades escolares. Finalmente, Alina se matriculó en una escuela con una clase con recursos para niñas y niños con deficiencias auditivas. 

Durante las vacaciones escolares, Alina enseña a su madre el lenguaje de signos en casa. 
Foto © Raj Bhakta Dangol / Humanity & Inclusion

Cuando se matriculó en la clase con recursos, cambió mucho. Estamos contentos de que pase a una clase superior y de que se dedique más a la educación”, dice Gauni Kumari, la madre de Alina.

Cuando llega a casa, lo primero que hace es la tarea y solo luego va a jugar con sus amigos. Como ha podido educarse, confío en que tendrá un futuro brillante, sea niña o niño. Lo único que me preocupa es que siga estudiando”, explica Gauni Kumari. “Quiere ser policía, pero me preocupa un poco que su discapacidad auditiva le impida cumplir su sueño. Estaré a su lado para apoyarla en todo momento. Con el lenguaje de signos, ha desarrollado su confianza y participación social, y me alegra ver todos los cambios en su vida”, añade.

Cuando Alina llegó a la clase con recursos, aprendió rápidamente las letras y las palabras, ya que había aprendido cosas básicas en la comunidad gracias al proyecto. Es la primera alumna de su año. Además de las asignaturas académicas, es buena para las actividades extraescolares, incluyendo el deporte”, dice Rama Thapa, la maestra de Alina. “Una cosa que tiene que mejorar es el inglés, y lo he puesto como prioridad para los próximos meses”.

Rama enseñando el lenguaje de signos nepalí a estudiantes de una escuela con recursos para sordos en el distrito de Banke. Foto © Raj Bhakta Dangol / Humanity & Inclusion

Según Rama, hay más niñas en la clase con recursos, ya que hay más niñas en la comunidad de la región de Terai, en Nepal.

Los padres de las y los niños que he conocido se preocupan mucho por la seguridad de sus hijas mientras están en la escuela, ya que vemos un número creciente de incidentes de violencia contra las mujeres, como la violencia sexual contra las niñas”, dice Rama. “Los padres visitan a menudo la escuela y me piden que les proporcione formación profesional después de su quinto grado de educación; esto les ayudará a ser independientes y a vivir una vida digna en la sociedad”.

En su opinión, los padres de las niñas están mucho más preocupados por el futuro y la seguridad de sus hijos. Las niñas de la comunidad musulmana no suelen tener prioridad en la educación, especialmente cuando se trata de niñas con discapacidad.

Tenemos que hacer un esfuerzo adicional para enseñar a niñas y niños con discapacidades, pero al terminar nuestro trabajo sentimos un verdadero placer”, añade Rama. “Cuando nuestros niños y nuestras niñas enseñan a sus padres conductas de higiene u otras cosas cuando vuelven a casa, verdaderamente me siento maestra”.

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