Absentismo escolar: el reto educativo en África Subsahariana

Silvia Montoya, Directora del Instituto de Estadística de la UNESCO, y Aaron Benavot, Director del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo
eduacion3_corregidoCon una zona euro en estado de confusión y un crecimiento económico lento en los Estados Unidos y en otros lugares, puede que los inversores contemplen África Subsahariana (aún una de las economías regionales en más rápido crecimiento del mundo) como la nueva frontera. Si bien el crecimiento económico de esta región ha disminuido, pasando del 4,5% en 2014 al 3% en 2015, sigue superando el de muchas de las economías más avanzadas del mundo. Sin embargo, como ha señalado el Banco Mundial, la región se enfrenta a grandes contratiempos económicos, desde  desigualdad y pobreza hasta la caída de los precios de las materias primas.

Hoy, el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU) añade otra dificultad a la lista de los serios desafíos a la educación de la región. Para que las economías africanas sean más competitivas tienen que poder recurrir a una población educada y calificada. De hecho, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) reconocen que la finalización de la educación secundaria es lo mínimo para poder competir en una economía cada vez más globalizada.

Según datos recientes del IEU, sin embargo, al menos la mitad de todas las personas de 15 a 17 años en África Subsahariana no asiste a la escuela, la proporción más alta de cualquier región del mundo. En otras palabras, la mitad de los que en este momento deberían estar mejorando las habilidades que necesitan para el mercado laboral o para avanzar hacia la educación terciaria (y tener un impacto duradero en el desarrollo de sus países) ni siquiera están en clase.

No es posible que todos estos niños de pronto abandonen los estudios a los 15 años de edad: probablemente los problemas comenzaron mucho antes en su vida. Como dice la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova: una de las razones por las que muchos adolescentes no van a la escuela secundaria en todo el mundo se debe a que, para empezar, nunca fueron a la escuela primaria. En total, más de 93 millones de niños en edad de cursar la educación primaria y secundaria no acuden a la escuela en toda la región, y al menos 15 millones de ellos nunca van a poner un pie en un aula.

Los datos publicados en un nuevo estudio del IEU y del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (Informe GEM) muestran que, solo en Nigeria, hay 8,7 millones de niños que deberían estar en la escuela primaria y simplemente no asisten a ella. En Etiopía son 2,1 millones. Estas son cifras muy elevadas y difíciles de concebir, pero cada una de ellas supone una enorme pérdida de potencial.

El documento confirma que, al no priorizarse la matrícula en la educación primaria, millones de adolescentes no asisten a la escuela después. En África Subsahariana el 21% de los niños en edad de asistir a la escuela primaria (alrededor de 6-11 años) se quedan fuera, lo mismo sucede con el 34% de los jóvenes que deben cursar la educación secundaria (12-14 años) y el 58% de los que deben cursar la educación secundaria superior (15-17 años), según datos del IEU.

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Una niña posa para una foto en el asentamiento de desplazados Shabelle, en Garowe (Somalia). (Kate Holt / UNICEF)

Una mirada más atenta a quién está fuera de la escuela y por qué revela que las niñas se encuentran en una desventaja importante. En toda la región, nueve millones de niñas de entre aproximadamente 6 y 11 años nunca irán a la escuela, en comparación con seis millones de niños. Su desventaja comienza temprano: el 23% de las niñas no van a la escuela primaria, en comparación con el 19% de los niños. Cuando son adolescentes, la tasa de exclusión para las chicas es del 36% frente al 32% para los chicos, según los datos del IEU.

Vemos que el conflicto sigue privando a millones de su derecho a la educación. En toda la región, alrededor de un tercio de todas las personas que no asisten a la escuela viven en zonas plagadas por conflictos. También contemplamos el severo impacto de la pobreza: sólo el 65 de los niños más pobres de cada 100 de los más ricos va a la escuela primaria en África Subsahariana, según el análisis del Informe GEM. Una vez más, las niñas se enfrentan a los obstáculos más extremos: menos de siete de las niñas más pobres asisten al nivel secundario superior por cada diez de los niños más pobres.

Los datos confirman que, en términos globales, África Subsahariana tiene que estar en los primeros puestos de la lista para la inversión en educación. El éxito, o la falta de éxito, de las políticas detrás de estos datos nos muestran dónde deben centrar su esfuerzo los países de cada región.

Sabemos, por ejemplo, que los exámenes donde hay mucho en juego al final de la educación primaria y secundaria inferior pueden prevenir o disuadir a los estudiantes de pasar al siguiente nivel. En Tanzania, por ejemplo, menos de la mitad de los niños pasó el examen final de la escuela primaria en 2010: sólo el 41% de los que terminaron la escuela primaria pasaron a secundaria. Mientras tanto, Gambia eliminó los exámenes finales de la escuela primaria y vio cómo las matrículas de la educación secundaria inferior aumentaron del 44% al 63%.

También sabemos que hacer que la enseñanza sea obligatoria durante al menos nueve años puede animar a los niños a ir a la escuela. Sin embargo, para muchos países de la región, la educación es obligatoria durante menos de seis años, como en el caso de Angola, Benín, Camerún y la República Democrática del Congo.

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El trabajo infantil también interfiere en la educación de los niños, por lo que es fundamental que los países ratifiquen y apliquen las convenciones de edad mínima sobre el trabajo infantil. En Togo, por ejemplo, el 40% de los adolescentes de 12 a 14 años combina trabajo y escuela, y la proporción supera el 50% entre los de la misma edad en Camerún.

Los desafíos son enormes. En este momento, muchos países de África Subsahariana a duras penas pueden satisfacer necesidades educativas de niños y jóvenes relativamente fáciles de alcanzar. Esto plantea preocupaciones sobre cómo la región se asegurará de que los más desfavorecidos puedan completar la educación secundaria. La tarea parece desalentadora, pero es esencial. Hay que centrarse mucho más en los grandes retos a los que se enfrentan los niños y adolescentes de toda la región que se quedan sin educación: los más pobres, las niñas, los que están atrapados en un conflicto. No es suficiente con construir más aulas o contratar a más maestros. Solo acercándonos a ellos y llevándolos a las aulas la región podrá alcanzar su enorme potencial.

 

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