La manera selectiva en que los países cubren el Holocausto en los materiales de aprendizaje

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Peter Carrier

Uno de los aspectos más llamativos de la educación sobre el Holocausto es que ningún país es igual. Incluso cuando dos países estipulan simplemente “el Holocausto” en sus currículos nacionales, el acontecimiento se contextualiza invariablemente de manera idiosincrásica. Inglaterra, por ejemplo, estipula que el Holocausto se enseñe en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, mientras que el currículo de México exige que se enseñe en el contexto de las lecciones sobre las violaciones de los derechos humanos. Algunos países sitúan el Holocausto en el centro de la historia del siglo XX, mientras que otros lo colocan dentro de la historia europea o no lo mencionan en absoluto. En resumen, entre los 195 países oficialmente reconocidos en el mundo, los currículos estipulan al menos 135 versiones diferentes del Holocausto.

Las representaciones del Holocausto en los libros de texto de historia son más complejas que las que se encuentran en los currículos. El informe de la UNESCO titulado Estatus internacional de la educación sobre el Holocausto – Una cartografía global de libros de texto (2015) documenta los relatos del Holocausto en 89 libros de texto publicados en 26 países desde el año 2000. Los hallazgos muestran que existen patrones generalmente similares en las representaciones del Holocausto, patrones que presentan límites geográficos e intervalos de tiempo, protagonistas, patrones interpretativos, técnicas narrativas y métodos pedagógicos recurrentes. Sin embargo, todos los países tienen idiosincrasias narrativas al hacer hincapié en cierta información y en el significado local del evento, o apropiándolo en términos de las poblaciones locales.

burden-of-guiltPor ejemplo, el evento se nombra de maneras muy diferentes. Aunque generalmente se hace referencia al término “Holocausto”, algunos libros de texto usan el término “Shoah” o ambos términos en conjunción. En algunos casos, los autores dejan de lado los términos “Holocausto” y “Shoah”, prefiriendo abordar el “genocidio de los judíos” o las “atrocidades”, el “asesinato en masa” y el “genocidio”. También son comunes las referencias indirectas o parciales al acontecimiento, con términos tales como “exterminio”, “campo de concentración” o “solución final”, o combinando términos que indican claramente la enseñanza sobre el Holocausto (por ejemplo “destrucción” y “judíos”, o “asesinato” y “nacionalsocialismo”).

Los contextos temporales o históricos atribuidos al Holocausto también dan lugar a idiosincrasias nacionales. El intervalo de tiempo más común se extiende desde 1933 hasta 1945, que corresponde al gobierno del Partido Nacional Socialista. Los libros de texto de otras naciones mencionan cambios clave en 1938 (el pogromo de noviembre) o 1942 (el comienzo del asesinato sistemático en masa) o el levantamiento del gueto de Varsovia de 1943. Las referencias a corrientes históricas más profundas como las teorías raciales del siglo XIX también se ven en los libros de texto de Brasil, India, Alemania y Namibia; la historia judía, la emigración, o el antisemitismo previo al siglo XX se abordan en los libros de texto argentinos, alemanes, japoneses y de los Estados Unidos. Del mismo modo, varios autores de libros de texto en Argentina, Francia, Alemania, Namibia y Rusia escriben sobre los efectos secundarios o la memoria del Holocausto después de 1945. Ningún libro de texto en ningún país presenta una narración ahistórica o universal del Holocausto.

El principal hallazgo del informe de la UNESCO es que, a pesar de ciertas consistencias internacionales en las representaciones de los libros de texto, la educación sobre el Holocausto también está parcialmente condicionada por los conceptos históricos y las tradiciones narrativas locales. Los libros de texto reflejan un patrón dual, caracterizado por la convergencia y la divergencia. Si bien en algunas regiones se observan ciertas coherencias, los conceptos, las narrativas y los enfoques temáticos difieren en gran medida no sólo de una región otra o de un país a otro, sino incluso de un libro de texto a otro en relación con temas, eventos y tradiciones didácticas que se asocian con el Holocausto localmente. Por lo tanto, los resultados sugieren que los materiales de aprendizaje proporcionan una base no para una educación común, sino para una serie de enfoques o educaciones diferentes sobre el Holocausto. En términos más generales, las representaciones de los libros de texto demuestran como el conocimiento de un solo evento conocido en todo el mundo se apropia en diferentes contextos nacionales.

jewish-catastropheUn efecto impactante de la influencia de los conceptos históricos y las tradiciones narrativas locales en las representaciones del Holocausto de los libros de texto es aparente en los países que han sufrido atrocidades locales, y también en los países del Medio Oriente, o incluso en países sin relación histórica aparente con el evento. En tales casos, el Holocausto es des- y re-contextualizado. Por ejemplo, algunos libros de texto sudafricanos y ruandeses sugieren que la causa principal del Holocausto fue el racismo, mientras que minimizan la influencia de la guerra, el nacionalismo, así como factores económicos, políticos y morales. Para ello imprimen grandes ilustraciones de Hitler y Darwin lado a lado, o evocando analogías entre la vida bajo el apartheid y la persecución llevada a cabo por los Nazis.

Alternativamente, el Holocausto es domesticado, al ser conceptualizado de maneras locales, como en los libros de texto chinos, que (en relación con la masacre de Nanjing de 1937) no emplean derivados de los términos “Holocausto” o “Shoah”, sino los términos “genocidio” (datusha) y “tipos de crímenes” (zhongzhong zuixing). De tal manera, los libros de texto chinos hacen que el acontecimiento sea comprensible para los lectores locales en un lenguaje que les sea familiar; sin embargo, no transmiten la especificidad histórica tradicionalmente atribuida al Holocausto por los académicos y profesores occidentales.

En resumen, si bien el Holocausto se menciona en los libros de texto de casi todos los países del mundo, aquellos que proporcionan información del acontecimiento no necesariamente proporcionan un conocimiento histórico completo sobre el mismo. En cambio, el Holocausto funciona regularmente como modelo, paradigma o medida de las representaciones de otras atrocidades de acuerdo con un proceso de “marcos de referencia cambiantes”, en el cual las explicaciones del evento cambian con el tiempo o en diferentes lugares. Del mismo modo, las analogías entre el Holocausto y otros eventos se construyen adoptando el vocabulario y los tropos narrativos del Holocausto en relación con, por ejemplo, la hambruna de Ucrania o el apartheid en Sudáfrica.

En conclusión, el Holocausto no está cubierto de una manera estándar en todo el mundo. La cobertura real del evento refleja narrativas muy divergentes que se superponen, y en las que el significado local del evento es aparente. Aunque existen similitudes entre ciertos libros de texto o entre regiones, naciones y continentes, no se adhiere a un patrón único. Por lo tanto, las maneras en que los libros de texto cubren el Holocausto sirven como un caso de prueba interesante, con el cual se puede monitorear la distribución y articulación del conocimiento histórico a nivel mundial. Reflejan las sutilezas que se pueden encontrar al analizar el contenido de los materiales de aprendizaje, como ha hecho el informe GEM en su reciente documento.

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