El Genocidio de 1994, según se enseña en las aulas de Rwanda

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Este blog analiza cómo las reformas de los libros de texto y currículos en Rwanda han intentado de abordar el Genocidio de 1994 e inculcar los ideales de la tolerancia, la unidad y la reconciliación en sus estudiantes. Es parte de una serie de blogs publicados en este sitio para fomentar los debates en torno a un nuevo documento de política del Informe GEM, Entre las líneas, que examina el contenido de los libros de texto y cómo refleja algunos de los conceptos clave de la Meta 4.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Jean-Damascene Gasanabo, PhD, Director General, Centro de Investigación y Documentación sobre el Genocidio, Comisión Nacional para la Lucha contra el Genocidio (CNLG), Kigali, Rwanda

El genocidio de 1994 contra los tutsis vio la masacre de más de un millón de personas en el lapso de tres meses y colocó a Rwanda en el centro de la conciencia política del mundo. Casi 23 años más después, Rwanda se ha reconstruido y convertido en un moderno centro de progreso y desarrollo, estableciendo sistemas sociales, políticos y económicos que se basan en la unidad nacional y la reconciliación, con reformas educativas que desempeñan un papel central.

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La participación a gran escala de niños y adolescentes en la comisión de actos de genocidio dejó en claro que un sistema educativo que no logre integrar valores humanos básicos también, inevitablemente, le fallará a la nación. La educación fue utilizada antes del genocidio para inculcar miedo, intolerancia y odio; y también está siendo utilizada por el actual gobierno para fomentar la paz y la inclusión, y para luchar contra la ideología del genocidio. Rwanda pos-genocidio ha utilizado la educación como una de las principales herramientas para corregir las percepciones sesgadas de su historia socio-política, y para proporcionar representaciones exactas de las causas del genocidio, así como medidas preventivas.

img-20161216-wa0011Dado que más del 60% de los ruandeses son menores de 24 años, el sistema de educación formal debe inculcar los ideales de tolerancia, unidad y reconciliación en la próxima generación. Al darse cuenta de ello, el Consejo de Educación y el Ministerio de Educación de Rwanda han integrado el estudio del genocidio en los currículos de sus instituciones de educación primaria, secundaria y superior para estar mejor preparados para dirigir a la nación, conscientes de su pasado. En lugar de resaltar la diferencia, se ha reconfigurado el currículo nacional de Rwanda pos-genocidio para enfatizar la política de la inclusión y fomentar un espíritu de pensamiento crítico que busque la paz, la cohesión social y la armonía por encima de todo.

Antes del genocidio, los recursos educativos fueron utilizados como una herramienta del régimen genocida para promover la división étnica, la discriminación y la propaganda. Los currículos y métodos de enseñanza sesgados cimentaron la segregación étnica dentro de las aulas y fomentaron la ideología del genocidio. Los estudiantes que no fueron expulsados de la escuela primaria y secundaria debido al sistema de cuotas étnicas y regionales se vieron obligados a identificarse como tutsis, inherentemente separados de los que eran hutus o twas. El currículo previo a 1994 carecía de “las dimensiones elementales de la emoción, las actitudes, los valores y las habilidades humanas”, ya que seguía promoviendo ideologías discriminatorias y divisivas que eran “impartidas a través del aprendizaje formalizado de memorizar la historia, la educación cívica, la educación religiosa y moral, y las lenguas”.

img-20161216-wa0012Rwanda pos-genocidio se enfrentó a la hercúlea tarea de reconstruir sus instituciones desmanteladas. Con una profunda falta de maestros calificados, una enorme reserva de niños huérfanos, insuficiencia de fondos, y libros de texto inexactos tras el genocidio, había muchos retos para la educación por delante. A principios de 1995, se dio una moratoria en relación con los libros de texto de historia que diseminaban información sesgada, mientras el país debatía cómo y en qué medida el pasado de la nación podía incorporarse constructivamente en el sistema educativo sin causar conflictos dolorosos o resurgentes.

Rwanda eligió un enfoque gradual, pero completo. En los años inmediatamente después del genocidio, el currículo de historia abordó ligeramente el tema para proteger a los estudiantes de su pasado reciente y evitar la división en las aulas basada en diferentes experiencias familiares. Las aulas fomentaron el conocimiento basado en las ideas esenciales de unidad, paz, tolerancia y justicia. En 2008, el Centro Nacional de Desarrollo Curricular del Ministerio de Educación publicó el nuevo currículo de historia que incorporó el genocidio contra los tutsis, coincidiendo con el renovado énfasis en las cualidades unificadoras e inclusivas de la nacionalidad, la ciudadanía y el patriotismo, en lugar de la etnicidad.

El actual currículo nacional fue formulado por el Consejo de Educación de Rwanda conjuntamente con diferentes instituciones públicas, organismos de las Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales. Incorpora el genocidio en el currículo de cada grado y lo discute en varios contextos adecuados a la etapa particular de aprendizaje del estudiante. Los testimonios de testigos y la presencia de ancianos en el aula ofrecen una “oportunidad multi-generacional” para el aprendizaje. Al entender cómo estallan los conflictos violentos en la sociedad, es posible evitar que empiecen atrocidades futuras. En la actualidad, enseñar el genocidio en Rwanda tiene como objetivo proporcionar una comprensión más matizada del evento, utilizando fuentes primarias y fomentando debates en el aula sobre la negación del genocidio, la persistencia de la ideología del genocidio, y los esfuerzos de reconciliación emprendidos después del genocidio.

img-20161216-wa0015Asimismo, este cambio en el currículo ha sido complementado por un cambio que busca transformar el aprendizaje basado en la memorización en uno que alienta la discusión, el pensamiento crítico y el análisis. Este enfoque identifica al estudiante como un participante activo en la experiencia de aprendizaje, y no como un mero receptor silencioso de la historia como “discurso evangélico”. Al promover un ambiente que alienta discusiones animadas y objetivas, el Ministerio de Educación busca corregir los prejuicios enseñados por el régimen genocida, así como preparar a los jóvenes para entrar en la fuerza de trabajo de manera reflexiva y constructiva.

Sin embargo, la educación sobre el genocidio enfrenta algunos desafíos futuros. Dado que todavía existe la negación del genocidio, además de revisar los recursos educativos necesarios, también se requiere capacitación de los maestros para asegurar que las revisiones del currículo sean bien presentadas por los docentes.

La forma en que se ha enseñado el conflicto y el genocidio en los libros de texto en Rwanda ha evolucionado con el tiempo. Para los ruandeses, aprender sobre el genocidio de 1994 no solo es vital para entender la historia de su país, sino también para desarrollar habilidades de pensamiento crítico que ayuden a los jóvenes a ser ciudadanos informados en la sociedad globalizada de hoy. La educación para la paz, así como las herramientas para la resolución de conflictos y la prevención del genocidio, ahora reciben mucho énfasis. De hecho, las iniciativas emprendidas por el sector de educación señalan un comienzo prometedor para la búsqueda continua de la verdad a través del conocimiento del pasado.

Al integrar exhaustivamente el estudio del genocidio en el currículo nacional y al empoderar a los estudiantes para que se conviertan en agentes de su propio proceso de aprendizaje, Rwanda ofrece una fórmula ambiciosa para enseñar con éxito su propia historia de manera constructiva.

 

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