El desplazamiento puede exacerbar la desigualdad de género en la educación

Los efectos de la migración y el desplazamiento generalmente se consideran los mismos para hombres y mujeres. Sin embargo, esto no suele ser el caso. Es importante reconocer cómo las relaciones de género en las comunidades de origen y de acogida influyen en las experiencias de mujeres y hombres como migrantes y refugiados. Este blog reflexiona sobre temas relacionados con el desplazamiento.

intersections image creditEl nuevo análisis del Informe GEM –sobre las intersecciones del género, la educación la migración y el desplazamiento– se comparte hoy en el Día Internacional de la Mujer y se discutirá en un evento paralelo en Nueva York el 11 de marzo durante la 63ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer con la Unión Africana y la Iniciativa de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas. Ofrece una visión previa del Resumen sobre Género de 2019 que se publicará el 5 de julio en la Reunión Ministerial del G7 en París.

Muestra que, entre los refugiados, las brechas de género en las tasas de matriculación a menudo son peores. En Kenia y Etiopía solo 7 niñas refugiadas están matriculadas en la escuela primaria por cada 10 niños; y solo 4 niñas están matriculadas por cada 10 niños en el nivel secundario. En Mogadiscio, Somalia, un análisis de 486 asentamientos en 17 distritos encontró que solo el 22% de las niñas desplazadas internamente mayores de 5 años habían asistido alguna vez a la escuela, en comparación con el 37% de los niños.

Los desafíos adicionales a la igualdad de género en la educación en los entornos de desplazamiento se encuentran en la violencia que rodea a muchos de estos entornos. A veces, la educación de las niñas es incluso el blanco de grupos extremistas, como se ve en Nigeria con el Boko Haram. El informe Education under Attack 2018 (“La educación bajo ataque”) publicó un perfil de 18 países donde las niñas y mujeres jóvenes fueron objeto de ataques a la educación. En Afganistán, el Estado Islámico atacó 94 escuelas mixtas de 2013 a 2016.

También es más difícil reclutar y retener a las maestras. Solo el 10% de las maestras de primaria eran mujeres en el campamento de Dadaab en Kenia en 2016, y solo el 16% en el campamento de Dollo Ado en Etiopía en 2014. En Pakistán, las maestras desplazadas por la violencia dudaban en regresar al trabajo, temiendo por su seguridad en las escuelas amenazadas por grupos militantes. Dado que, en muchas comunidades de refugiados, hay tabúes culturales sobre la educación de las niñas por parte de maestros masculinos, esta extrema escasez de docentes es otra barrera considerable a la educación femenina.

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Se necesitan intervenciones más específicas para mejorar la oferta de maestras para los refugiados. En Chad, el programa Little Ripples (“Pequeñas ondas”) capacitó y empleó a mujeres refugiadas sudanesas para brindar educación de la primera infancia a través del aprendizaje lúdico a 8.000 niños de 3 a 5 años en dos campos de refugiados. En Dadaab, el proyecto Borderless High Education for Refugees (“Educación superior sin fronteras para refugiados”) capacitó a 400 maestros a través de cursos presenciales y en línea, y se incluyó a las mujeres a través de iniciativas especiales de acción afirmativa.

Las barreras para acceder a la educación entre muchas familias de refugiados significan que las niñas son obligadas a contraer un matrimonio temprano. Nueve de los diez países con las tasas más elevadas de matrimonio infantil se ven afectados por el conflicto. En una encuesta de 2016 de Save the Children a los refugiados afganos que regresan a casa desde los campamentos de desplazados en Pakistán, se encontró que, como muchas niñas refugiadas no habían logrado acceder a la educación en los campamentos, los padres consideraban el matrimonio temprano como la única opción para las niñas. La amenaza de violencia en la escuela también juega un papel importante.

No solo las niñas, sino también los niños enfrentan desafíos específicos en los entornos de desplazamiento. Con frecuencia carecen del estatus legal para obtener un empleo y no se benefician de la protección social. Los jóvenes refugiados varones también se pierden de una educación debido a su estatus, lo que los obliga a desempeñar roles, como el del trabajador asalariado, con base en su género. Los servicios especializados o dirigidos de las respuestas humanitarias suelen estar dirigidos a niñas y mujeres, lo que perpetúa los estereotipos nocivos de que los niños pueden hacer frente a tales dificultades, son menos vulnerables y tienen menos necesidad de tales servicios.

Los casos que se han encontrado en los entornos de desplazamiento en nuestro análisis muestran que las evaluaciones de las necesidades basadas en el género son necesarias para identificar y entender las necesidades particulares que enfrentan las mujeres y los hombres, las niñas y los niños. Para cumplir con su potencial de inculcar resiliencia, los sistemas educativos deben responder a estas necesidades.

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