Se están produciendo nuevas brechas de género como consecuencia del cierre de escuelas

Hace un año entero que las vidas se han visto interrumpidas en todo el mundo a causa del COVID-19. El cierre de escuelas sigue afectando a más de 990 millones de estudiantes. La UNESCO estimó que a finales de enero, en promedio, las escuelas habían estado cerradas o parcialmente cerradas durante 5,5 meses (22 semanas). A medida que los niños se quedan en casa para aprender a distancia, una cosa queda clara: el impacto no solo de las responsabilidades domésticas, sino también de las responsabilidades adicionales de la educación en casa, ha recaído en las mujeres más que en los hombres. La igualdad de género está amenazada.

© Aisha Faquir/World Bank

Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer, un momento para celebrar los grandes avances en los derechos de las mujeres en el último siglo. Sin embargo, nuevos datos mundiales de ONU Mujeres sugieren que la pandemia del COVID-19 podría hacer retroceder 25 años de igualdad de género. Dado que las escuelas y las guarderías están cerradas, las mujeres dedican cada vez más tiempo al trabajo no remunerado, como cuidar a sus hijos, ayudarles con las tareas escolares, cocinar, limpiar y otras tareas domésticas. Todo ello mientras intentan mantener un empleo.

Ahora empezamos a hablar de una crisis de cuidado que afecta a las mujeres y de un riesgo real de que los roles vuelvan a los estereotipos de género de los años 50. Antes de la pandemia, las mujeres realizaban tres horas de trabajo no remunerado en comparación con una hora entre los hombres. La pandemia ha aumentado drásticamente la carga y ha cimentado estas divisiones de género en el camino. Las mujeres realizan ahora al menos seis horas en comparación con una hora de trabajo no remunerado entre los hombres.

El cierre de la educación ha añadido la educación en casa a las tareas domésticas. En el Reino Unido, la Oficina de Estadísticas Nacionales descubrió que el 67% de las mujeres, en comparación con el 52% de los hombres, se hicieron cargo de la educación de sus hijos durante el segundo cierre. En Argentina, las madres apoyaban a sus hijos con los deberes en el 68% de los hogares; solo en el 16% de los hogares había apoyo de ambos padres. En Estados Unidos, el 80% de las madres afirma que las tareas domésticas no se reparten equitativamente y que ellas dedican más tiempo a la educación de sus hijos que sus maridos. Solo un 3% de las mujeres declara que su cónyuge hace más que ellas.

Este incesante malabarismo entre educar a los hijos en casa y tratar de mantener un trabajo está ampliando la brecha de género. En Estados Unidos, las madres de niños pequeños se han visto obligadas a reducir sus horas de trabajo hasta cuatro o cinco veces más que los padres para poder cumplir con las crecientes exigencias de las responsabilidades domésticas y de cuidado. La mayor carga de tareas domésticas y de educación en casa tiene consecuencias que limitan sus oportunidades laborales y económicas; es más probable que las mujeres reciban una degradación o cesantía en el trabajo.

El hecho de educar a los hijos en casa mientras se trabaja también afecta a la salud mental de las mujeres, ya que el 53% de ellas afirma tener dificultades, en comparación con el 45% de los hombres en el Reino Unido. En Estados Unidos, es 16 puntos porcentuales más probable que las mujeres se preocupen y sientan estresadas que los hombres, lo que sugiere que las madres están aguantando gran parte de la carga.

No solo son las mujeres. El cierre de las escuelas en los países más pobres también ha hecho que se encargue a las niñas un mayor número de tareas domésticas, incluyendo el cuidado de los hermanos menores y otros miembros de la familia. Datos recientes de UNICEF, Plan International y ONU Mujeres muestran que las adolescentes dedican muchas más horas a las tareas domésticas que los jóvenes de la misma edad desde la llegada del COVID-19.

En algunos países, este desequilibrio en el reparto de responsabilidades era evidente antes de la pandemia. En Bolivia, Guatemala y Nicaragua, el tiempo diario dedicado por las niñas a las tareas domésticas era de entre 3 y 4 horas, en comparación con 2,8 horas entre los niños. En Ecuador, las niñas trabajaban 3,8 horas más a la semana en las tareas domésticas que los niños. Estas responsabilidades adicionales las alejan de la escuela y reducen su tiempo de aprendizaje, lo que hace que la pérdida de aprendizaje sea mucho mayor.

Ante el estancamiento de las economías frente a la crisis, es fundamental abrir las puertas a las mujeres. Según McKinsey, las mujeres añadirían hasta 28 billones de dólares al PIB anual mundial en 2025 si participaran en la economía en igualdad de condiciones que los hombres. Se calcula que la brecha de género existente reduce el PIB mundial en un 15%.

Si bien la crisis sanitaria ha magnificado el persistente desequilibrio de los roles de género en los hogares, también ha hecho más evidentes los cambios necesarios. Las mujeres necesitan flexibilidad en el trabajo y la opción de tomar tiempo libre para cuidar a la familia sin arriesgarse a perder su empleo. Necesitan más formación para adaptarse a los cambios del entorno laboral y avanzar en sus carreras. El apoyo financiero a través de programas de protección social es fundamental para que las familias de bajos ingresos minimicen el impacto de la pandemia. El acceso a una atención infantil de calidad es fundamental. Se están produciendo nuevas brechas de género como consecuencia del cierre de escuelas. No debemos permitir que se pierdan años de avances.

Para más datos sobre la igualdad de género en la educación, lea #SuEducaciónNuestroFuturo: Mantener a las niñas en el panorama durante y después de la crisis del COVID-19.

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